La Orden del Temple, los templarios, ha pasado a la historia como un grupo de bravos guerreros que practicaban misteriosos rituales, que luchaban incansables, invencibles por su doble condición de soldados y monjes, de fiereza y de fe, de potencia y recogimiento.
Álvar Villar de Honrubia, caballero templario, ha recibido la misión de proteger el castillo de Salvatierra, un enclave cristiano en tierras musulmanas, y de defenderlo del asedio almohade. En el castillo se guardan, también, tesoros de la Orden. En el castillo, encontrará a Jimena de Castro, a quien ha conocido cuando ambos eran niños, a quien ha visto sufrir por la injusta muerte de su madre a manos de la justicia templaria, a quien se siente ligado de una manera inexplicable, quien lo hará tambalear en sus creencias, en su condición de monje, en sus elecciones como hombre.
No solo era un hombre interesante y apuesto, además era siervo de Cristo. Y robarle a Dios uno de sus más fieles servidores era un justo pago, a su juicio. Él, el Creador omnipotente y misericordioso, se había llevado a su madre sometida a torturas y sufrimientos. Ella sería más compasiva: torturaría el alma del hombre, pero, a cambio, sometería su cuerpo al placer de la carne hasta enloquecerlo.
Completan el rompecabezas de la novela el misterio de una sucesión de asesinatos en el castillo, las prácticas alquímicas, las creencias gnósticas, la búsqueda de un secreto que podría cambiar el curso de la cristiandad.
Después del éxito de Los tres nombres del lobo, Lola P. Nieva nos sorprende con esta novela en la que retoma sus temas dilectos: la Edad Media, la sensualidad árabe, el descubrimiento del amor negado, la pasión erótica; y nos entrega una historia apasionante que no puede dejar de leerse.
Buenos días, acompañada de mi infaltable café (descafeinado) matutino, he querido comenzar este jueves haciendo catarsis bloggera y contarte que por fin, después de meses de espera, leí la segunda novela publicada por esta autora española que comenzó su carrera literaria pisando bien, bien, pero bien fuerte con Los tres nombres del lobo.
Bajo el sello Vestales y con portada hermosamente clásica, Lola P. Nieva nos presenta nuevamente una historia arrebatadora. Creo que no voy a entrar en detalles acerca de la trama de la novela porque queda bastante clara gracias a Amazon , pero sí te voy a decir que la señora Lola P. Nieva ha creado un producto literario tan maduro y tan de primera calidad que asombra.Se me mezclan en la cabeza muchos adjetivos para tratar de caracterizarla. Apasionante? Adictiva? Cohesiva? Hilada? Estudiada? Inteligente? Romántica? Intrigante?
No sé cuál de todos elegir y creo que me faltan, pero lo cierto es que una vez que abrí la novela entré en una suerte de embrujo literario que la convirtió en mi prioridad número uno durante dos días.
Lamenté ir a trabajar, yo solo quería leer.
Lamente ir a comer, yo solo quería leer.
Lamenté hacer ejercicio, yo solo quería leer.
Lamenté que el sueño me venciera, yo solo quería leer.
Y es que esa suerte de apego literario se genera porque el talento que se palpa en cada palabra de léxico enriquecido, en cada párrafo, en cada referencia histórica, en cada escena emotiva, en cada descripción, en cada vista romántica, en cada página y capítulo de Más allá del temple; simplemente te deja anonadado.
Como cuando ves una hermosa obra de arte.
Como cuando observas una fotografía que logra captar algo que tus ojos no logran ver.
Sin hacer uso de constantes cambios de escenarios,la autora es capaz de sostener una tensión dramática que impide que te aburras, que impide que adelantes hojas, que impide que pierdas la atención porque estás tratando de desentrañar la intriga que se cuece en el castillo de Salvatierra.
La protagonista, nuevamente compleja. Nuevamente con distintas aristas. Nuevamente como una impulsora de hechos y no simplemente como una receptora del cruel destino que le tocó vivir. Jimena de Castro es un personaje caleidoscópico que no empaña sino que potencia al Templario, a la masculinidad y lealtad encarnada en Álvar Villar de Honrubia.
En fin, no voy a seguir hablando, si tienes que leerla tú.
Lola, oye...
Tu historia es soñada.
Cambio y fuera.