La conmovedora continuación de El jinete de bronce. Embarazada, enferma y absolutamente desolada, Tatiana ha logrado llegar a Estados Unidos. Entregada a la fuerza de las circunstancias y alejada de su convulsionada tierra, la joven comenzará una nueva existencia con la secreta ilusión de que, en alguna parte, el hombre al qu e ama sea capaz de vencer a las oscuras garras del destino.Mientras, Alexander sufre el hostigamiento de las fuerzas represoras del régimen en las gélidas tierras de la Unión Soviética, y tan solo el recuerdo de su esposa, junto con la velada esperanza de que siga con vida, alimenta su espíritu ante la adversidad.Al tiempo que la contienda llega a su final, ambos lucharán contra sus destinos y la desesperación en busca del amor perdido y la inquebrantable esperanza del reencuentro.
La cosa formal.
Buenas tardes¡ Espero que desde donde me estés leyendo, te encuentres muy bien. Yo, con bastante frío, ha estado complicado el clima por estas tierras.
Te cuento que el día de ayer, terminé de leer la segunda parte de la trilogía Jinete de Bronce, cuyo título hace alusión a la pareja de protagonistas de esta monumental historia de amor, que llegará al cine gracias a Dior, y espero que en la pantalla grande no la estropeen y no pongan a actores chantas/malos.
Tatiana y Alexander fue publicada unos años después que El jinete de bronce, y fue re editada el año 2012, posee 640 páginas, su portada se explica por sí misma y es altamente concordante con el contenido de la novela. Me parece que esta segunda parte, es más etérea narrativamente que la primera, con una prosa más cercana a lo poético, continuos vaivenes en el relato, y cambios en el estilo del narrador, a veces omnisciente, a veces protagonista, lo que le otorga mayor realismo y emotividad a la historia.
El argumento.
En Tatiana y Alexander, la autora viene a regalarnos un tunel en el tiempo. Nos brinda la posibilidad de transitar entre presente y pasado, entre el presente de Tatiana y el pasado de Alexander, que nos explica el cómo un niño norteamericano, hijo de una familia acomodada, termina siendo acusado de traición a la patria y condenado a muerte.
En El jinete de bronce, Tatia llega de milagro a la isla de Ellis, tuberculosa, depresiva y más sola que un dedo, tiene a su hijo. La chica es tan joven que no sabe ni siquiera cómo tomar en brazos a su bebé, pero sí tiene claro que debe sacarlo adelante como sea. Tatiana no cree que Shura esté muerto, a pesar de tener el acta de defunción firmada por el dr. Sayers, ella mantiene a pies juntos que su amado todavía vive. El tiempo pasa, pasa y pasa, no perdona a nadie, menos a Tatiana, que a pesar de estar con una depresión profunda, intenta salir adelante a través del trabajo y del esfuerzo humanitario, a través de nuevas amistades, a través de nuevas costumbres. Como enfermera, ve en cada herido, el rostro de su marido, el alma de Tatiana nunca salió de la Unión Soviética.
Alexander está frito/jodido , lo condenaron a muerte, el maldito hijo de la gran¡ Dimitri, lo delató. A punto de ser fusilado, ocurre un milagro, que le permite vivir, a duras penas, pero a vivir al fin y al cabo. Para Shura el tiempo pasa, pasa y pasa, de prisión en prisión, de intento de fuga en intento de fuga, de heridas en heridas, Alexander pierde la fé en Dios y en la humanidad, para él ya no hay nada salvo el recuerdo de su Tatiasha y la esperanza de que se haya salvado.
La guerra termina, pero no por eso Europa se tranquiliza, por el contrario, todos los buitres quieren su presa, todos quieren sus kilómetros de tierra, y la vida de los soldados del lado enemigo, o del mismo lado incluso. Berlín está convertida en una sartén con aceite caliente, pero ni siquiera éso detendrá a Tatiana, que con la bandera de la Cruz Roja sale a la búsqueda de su marido...
Liam Neelsen, el protagonista de Taken o Búsqueda implacable, queda chico al lado de Tatiasha.
Mis emociones.
Cuando comencé a leer Tatiana y Alexander, sentí algo de molestia por la descripción del proceso en el que Shura y su familia llegan a URSS, pensé: Este hombre es un soberano imbécil, y la esposa peor, porque no puso cordura en la decisión que tomó. Yo creo que todos somos libres de pensar lo que queramos, y de adoptar el modo de vida que nos parezca más cómodo, cuando eres un adulto con libre albeldrío...pero un niño no. Un niño no tiene por qué soportar los ataques filosóficos de los padres. Si se cría a un niño con costumbres occidentales y comodidades, cómo se les ocurrió llevárselo a vivir a una sociedad en donde no existe el concepto de privacidad, no existe en el vocabulario¡ Atroz, me parece atroz lo que le hicieron a ese pobre niño. Bien bestias los papitos del siglo.
A medida que me adentraba en el presidio de Alexander, la ansiedad me tomaba con todo. Leía sobre torturas, traiciones, cárceles, interrogatorios, huidas, muertes, armas, granadas, bombas y cada vez me volvía más pequeña, me superó el peso dramático, tuvo que abandonar la lectura. Cuando retomé, la situación de Tatiana me parecía tan lógica, y tan ilógica. El personaje de Tatia es gigante, es tremendo, su fuerza moral y vital es colosal, a punto del suicidio ella sigue y sigue y busca y busca incansablemente. Me gustaría alguna vez, estar tan amarrada a otro ser humano que es imposible la vida sin él, a pesar de que pase el tiempo , que tu mundo entero cambie, tú sigues ahí, al pie del cañón.
La historia me generó una ansiedad infinita, estaba a cada rato, igual cuando los cabros chicos/niños, dicen : y cuánto falta, y cuánto falta? insistentemente, yo mentalmente repetía: ya, cuándo se van a encontrar, cuándo cuándo? Y es que el nudo que armó la Simons, es pero de esos nudos ciegos, con doble ciego, que solamente ella, con su maestría narrativa, pudo liberar, teniéndote en ascuas hasta las últimas.
El final, precioso, con un epílogo maravilloso que me sacó lágrimas de cocodrilo.
Ya quiero entrar en El jardín de Invierno.
¿Qué me dieron ganas de comer mientras leía?
Muffins de arándanos, me lo comí hoy, junto a mi gran amiga Celia.
A Celia, amante de la novela histórica, estudiantina de corazón, que terminó con mis 210 días.
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